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lunes, 11 de mayo de 2020

EL DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE


EL DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE (1)

Carlos Liendro

Cuando algunos comunicadores repiten que ‘el gobierno necesita más tiempo’, no se dan cuenta que no solo es el tiempo por el coronavirus, sino el tiempo de la economía. El gobierno ha previsto, dentro de lo que le han dejado del sistema de salud desmantelado, (el mejor ejemplo es el Instituto Malbrán, donde fueron despedidos la mitad del personal en la era macrista) lo que podría hacer en caso de que el pico de contagios por coronavirus crezca.


Médico de la peste negra - Wikipedia, la enciclopedia libre

Los epidemiólogos e infectólogos esperan ese crecimiento para mayo. Es decir: aún falta lo peor. La gente- y no es por los medios de comunicación- ha entendido en su mayoría de lo terrible que es esta pandemia. Pero eso sucede en los sectores medios, ‘ilustrados’, informados y qué toman conciencia que este virus no es broma. Ha podido diferenciar que viene de afuera, que aislando a los que llegan, eso puede controlarse. El punto serio y fatal que surgió, es que varios de los que han vuelto de Europa ó EEUU, no han dicho que estuvieron afuera. Son conocidos por la TV, al principio como algo grotesco y luego como dramático, los que llegaban y luego iban a una fiesta. La TV amarilla que necesita de esto se encarga como siempre de confundir un poco más: como el caso del ‘surfista’, que venía de Brasil, atravesó la frontera (que no estaba en ese momento cerrada). Crónica Tv transmitía en vivo (como se hacen la mayoría de los medios, en los puentes y autopistas para entrar a CABA) y le ponía ‘zócalos’, hasta concluir la historieta, cuando decía que se había dado a la fuga. De Flores (donde lo derivaron porque declaró que tenía domicilio allí) se fue a la costa.

Los canales porteños marcan la agenda diaria y por suerte mucha gente ha optado en esta cuarentena, apagar la tele. Es lo que reconocieron como otra infección: defenderse de que les sigan metiendo miedo y angustia. Justamente lo que no informan es lo que lo que está sucediendo: a) la muerte de mujeres asesinadas por sus parejas (van siete en este período) b) la situación de las cárceles (ya hubo amotinamientos en varias provincias) c) las condiciones que siguen igual con el pueblo Wichi en Salta d) las consecuencias económicas del coronavirus en la Argentina y el mundo.

Los opinólogos, los de la patria panelista (algún día la gente deberá saber cuánto plata juntan las productoras para armar esos programas y cuánto ganan quienes están allí. Sería una forma de ver que son una empresa con intereses y dividendos), ya han incorporado médicos que están todo el día. A veces la gente tiene poca memoria,(ó “el público se renueva”, como dice una diva, que está bien ‘guardada’; y nos permite mostrar un mapa de regiones dónde no hay infectados según el nivel social económico) pero debe saber que esos ‘profesionales de la salud’ han ocupado cargos ministeriales, legislativos, empresariales (hay uno que ha estado en Italia como senador para Latinoamérica y está hasta los domingos). Nuevos charlatanes que saben que no solo el coronavirus es una cuestión de infectología, sino social y política. Siguen dando cifras- como resultados deportivos- pero no dicen nada de lo que está sucediendo en otros sectores sociales. Tienen en su cabeza solo un imaginario: creer que toda la gente piensa como ellos y que puede tener acceso a los privilegios que tienen. Un simple ejemplo sería el agua y el trabajo. Nada de esto se pregunta. No surgen dudas. Todo es uniforme. Es esto lo que hay que desmitificar. Toda estructura sanitaria tiene una base económica que debe conducir el Estado. Y esto es lo que no les gusta a los liberales- conservadores. Por eso han buscado siempre reducir el Estado. Aún esos médicos no hablan de los sectores que viven al día, de los que tienen que hacer colas para buscar un plato de comida. Hay más de seis millones de pobres, en una pobreza estructural (incluidos los pueblos originarios)
Por suerte entre las cosas positivas existen las redes sociales. Así lo han demostrado profesionales de la salud (médicos, enfermeros, laboratoristas, personal de limpieza, voluntarios), de Trabajo social, de salud mental. No todo es TV.

Entre lo que ha quedado fuera de foco (deja de ser tema central en los medios) es el tema que en enero el centralismo porteño comenzaba a informarse: la situación de miles de personas en las regiones del norte salteño, con la muerte de niños argentinos wichis. En la conciencia moral empezaba a instalarse un tema que para muchos no existía (si no está en tele no existe), pero fue desplazado con esta pandemia. Se habían iniciado y dicho algunas mejoras, como los pozos de agua, pero siempre hay que recordar que eso no alcanza. No es solo una cuestión de ingeniería sanitaria. Es ya una cuestión de descolonización. ¿Ninguna organización, institución, puede hacer un inventario o garantizar que lo que está destinado a los Wichis, realmente llegue? Porque de anuncios no solo vive el hombre. El desarrollo que necesita esa región no es con los desmontes, donde las ganancias quedan para los empresarios que luego se meten a hacer política.

La literatura siempre supo explicarnos qué sucedieron con las pestes durante la historia de la humanidad, y de cómo el hombre pudo salir adelante. Desde Bocaccio, Daniel De Foe (autor de ‘El diario del año de la peste’, publicado en 1722), hasta Albert Camus ó Gabo García Marquéz, han relatado en sus novelas estas profundas cuestiones. En su libro ‘La peste’, Camus (Nobel de Literatura, 1957) nos deja estas palabras: “lo peor de la peste no es que mata los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”.


Carlos Liendro

(1) aparecido en Salta Libre, diario de Salta. marzo 2020

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